viernes, 17 de octubre de 2014

Dulce mundo de polvo

Veo pasar a los hobres por esta vida. Dicen que somos la única especie con consciencia propia. Cuando le preguntas a un joven  qué quiere, o quién es, o para qué vive, o qué espera del futuro (mejor dicho qué desea conseguir), responderá simplemente que no lo sabe, y que no le importa.
 Somos la generación perdida porque nos perdimos al buscarnos a nosotros mismos. Nadie es realista. Nadie se da cuenta de que tiene un futuro hasta que se le echa encima. ¡ Todos esos niños que mueren por enfermedades antes siquiera de abrazar a su primer amor hubieran corrido descalzos por un desierto de rocas antes que tirar a la basura ese futuro!
Pero para nosotros todo ha sido siempre demasiado fácil. Nosotros no conocemos el empezar a trabajar a los doce para que tu hermano no muera de hambre, no conocemos el emigrar y prostituirse para darle una mísera oportunidad a una familia a la que probablemente no volvamos a ver. Por eso estamos perdidos.
Dentro de diez años saldrán a la calle profesores que querían ser ingenieros e ingenieros que querían ser profesores. Y puede que algunos se pregunten a qué se debe su insatisfacción. Otros se mirarán el puño después de golpearla a ella. Nunca sabrán qué fue mal. Se preguntarán si aquello llamado ambicioes hubiese estado mejor en la mesanoche que en lo más hondo del desván, y si no debieron tirar lo que defendían a cambio de poder vivir sin pensar por sí mismos unos años más. Conseguiremos crear ordenadores que nos fabriquen el desayuno. El problema será que no tendremos nada que hacer después de tomárnoslo porque una de aquellas que se prostituía para llevar dinero a su familia se ha vuelto ahora ingeniera y trabaja mucho mejor que nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario